Leyendo el artículo que nos pasó Jara, "Más allá del Community manager: 9 nuevas profesiones para el individuo conectado", encuentro en él muchos vínculos interesantes con esta figura cada vez más extendida en centros culturales y de arte y sobre la que nos preguntamos actualmente en este proyecto de aprendizaje compartido. Creo que explicita claves rondando de forma algo abstracta nuestras cabezas.acerca de lo que podría o debería ser la mediación cultural. Tras pensar un rato en ello, he elaborado una síntesis de lo que podrían ser sus competencias en la sociedad de conocimiento actual:
La mediación cultural puede prestar apoyo a proyectos vinculados al procomún y la cultura libre, por ejemplo, poniéndoles en contacto con espacios y redes de conocimento involucrados en proyectos similares o complementarios. Con ello se buscaría fortalecer el trabajo colaborativo entre dichas iniciativas para evitar la desparación súbita de las mismas por aislamiento o falta de recursos.
Así mismo, puede trabajar en la proyección social de estos de muy diversas maneras, por ejemplo, talleres o encuentros abiertos para la familiarización con el contexto, claves y herramientas en torno a las que se desenvuelven dichos proyectos, a través de un aprendizaje activo y compartido.
Hasta ahora he obviado el papel de las tecnologías digitales integradas en Internet en este proceso de mediación, si bien es fundamental. Son las que hacen posible que el conocimiento abierto que generan dichos proyectos se comparta, enriquezca, y genere nuevos outputs, a partir de los nuevos canales de participación que proveen, nuevo espacio de ciudadanía.
Muchos de estos referidos proyectos se correponden con el desarrollo de estas tecnologías (software libre, código abierto, redes p2p), con el fin de reclamar y prestar una alternativa de herramientas libres a la red (también fuera de ella) en pos de una ciberciudadanía menos limitada en su capacidad de acción/elección.
El mediador podría favorecer el fructífero encuentro entre proyectos y usuarios con dichas tecnologías, guiarles en un uso crítico y personalizado de estas herramientas con el fin de fomentar su autonomía en la gestión de su propio conocimiento. El uso es la forma básica de apoyo a un proyecto tecnológico abierto. Al fin y al cabo es una pena que proyectos tecnológicos en desarrollo con un potencial social enorme se queden en ciernes de lo que podrían llegar a ser.
Según este planteamiento, creo que las competencias del mediador están estrechamente ligadas a las de las nuevas profesiones que plantea el artículo: Psico-comunicólogo social, innovador – emprendedor social, antropólogo intercultural del ser humano conectado, curador de contenidos, organizador de la inteligencia colectiva, experto en aprendizaje y experto en participación. Con ello no creo que el mediador debiera ser simultáneamente experto en todos esos temas, sólo que debiera desarrollar ciertas competencias en torno a ellos, estando siempre abierto a una colaboración (puntual o prolongada) con expertos en dichos ámbitos, y en muchos otros.